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“Me llevo a todos y cada uno de los pacientes a los que hemos salvado la vida”

Tras 20 años trabajando en la Clínica, el Dr. Luis Ángel Samaniego, jefe de la UCI, deja el centro para buscar nuevos horizontes. Emprendedor, creativo e inquieto, nos confiesa que, si bien aún no tiene claro hacia dónde apunta su brújula, de lo que sí está seguro es de que "necesitaba un cambio”. Así, esa etapa que comenzó un 2 de enero de 2000, al albor del nuevo milenio, finaliza casi 20 años después, este 1 de abril. Atrás quedan mil anécdotas, un buen puñado de amigos y compañeros, una forma de hacer las cosas, la satisfacción de haber salvado cientos de vidas de las garras de la muerte y, sobre todo, respeto. Mucho respeto. Hacia su persona y su trabajo. Hablamos con él sobre sus proyectos de futuro, su trayectoria en la Clínica y su manera de entender la vida.


Oriundo de Vitoria, formado en Madrid... ¿Cómo llegaste a la Clínica?

Conocí a Jesús en el verano del 99, cuando estaba terminando la residencia en Madrid. Como mi deseo era volver al País Vasco y San Sebastián era el lugar en el que me interesaba trabajar me puse en contacto con él y el 2 de enero del año 2000 hice mi primera guardia en la Clínica de la Asunción. Inicialmente, el servicio estaba externalizado. La UCI era una sociedad de intensivistas en la que estaban Óscar Luque y Edurne Laviñeta y otros intensivistas que ahora mismo están en el Hospital Donostia y yo trabajaba para esa sociedad. Entre 2002 y el 2005 me volví a Madrid a trabajar en otros proyectos y luego ya, desde 2005 hasta ahora, he estado trabajando en la Clínica.



¿Cómo han cambiado las cosas desde que empezaste?

Cuando volví en 2005 ya fue como jefe del Servicio. Fueron unos años de mucha expansión y movimiento. Al principio la UCI tenía menos actividad que la actual y se limitaba a tratar a los pacientes críticos y post quirúrgicos y a la cardiopatía isquémica (infartos). No veíamos la Planta de Hospitalización. Luego esto fue creciendo hasta convertirse en una UCI, URPA y Despertar que, además, lleva la continuidad de los facultativos en todo el hospital durante las 24 horas del día.


Una de las cosas que me planteo es ir a París al hospital de la Pitié-Salpêtrière, un referente en ECMO

Durante estos años no sólo has ejercido de jefe de la UCI. Has sido el perejil de todas las salsas: diseñaste y gestionaste la primera intranet, has formado parte de un montón de comisiones, grupos de investigación, iniciativas de toda clase... Incluso llegaste a ejercer de Director Médico durante una época.

Sí, En 2008 asumí la Dirección Médica de la Clínica, ya que el Director Médico por aquel entonces, Agustin Aguirre, asumió la responsabilidad de la Dirección Médica en la Clínica del Pilar (San Sebastián). Para que él pudiera compatibilizar las dos cosas se decidió hacer un refuerzo en Asunción conmigo. Por las mañanas trabajaba de Director Médico y después hacía mis guardias en la UCI. Estuvimos así durante un año.


¿Cómo fue la experiencia?

La gestión y el trabajo asistencial son dos actividades completamente diferentes. Son dos deportes diferentes que requieren entrenamientos diferentes. Dentro del atletismo está la carrera de 1.500 y luego está la maratón. Las dos se basan en correr pero se preparan de una manera diferente. Pues esto es lo mismo. Aunque te muevas en el mismo entorno, yo me di cuenta de que una misma persona no puede hacer bien las dos tareas. Me costó tiempo verlo pero me di cuenta de que al final fallas en las dos carreras. Puedes hacerlo medianamente bien pero nunca vas a ganar. Cuando me di cuenta se lo comenté a Jesús, lo entendió, y volví a dedicarme exclusivamente al tema asistencial que es para lo que yo estoy preparado.


Ahora empiezas una nueva etapa, ¿qué te ha llevado a decidir dejar la Clínica?

Hay mucha gente que no entiende mi decisión. Estoy en una situación privilegiada, en un buen hospital, con un buen puesto… Pero internamente llevaba tiempo sintiendo que me hacía falta empezar una nueva historia. Y para ello, lo mejor era encontrarme en la situación de estar ya fuera. Por mi forma de ser, siempre me gusta emprender proyectos. Tengo un mini gestor dentro de mí, que lleva una empresa que se llama Luis Ángel Samaniego. Que está regida más que por criterios de rentabilidad económica, por criterios de rentabilidad emocional. A veces tomo decisiones que no son rentables desde el punto de vista económico pero sí emocional. Esta es una de las razones que justifica que haya tomado la decisión de irme, aunque resulte difícil de entenderlo. Reconozco que aún no tengo claro hacia dónde voy a ir. Afortunadamente, tengo un abanico de posibilidades y ya veré cuál elijo.


Tengo un mini gestor dentro de mí, que lleva una empresa que se llama Luis Ángel Samaniego y que se rige más por criterios de rentabilidad emocional que económica

De hecho, en su día confesabas en una entrevista que eres un pianista que se gana la vida como médico...

Sigo con mil proyectos, me sigo considerando creativo, no solamente tocando el piano y haciendo música sino también haciendo cosas. Desde sacar una parada cardíaca adelante, que ahí creas un ritmo y das otra oportunidad a una persona, hasta hacer cualquier otro tipo de proyectos en el ámbito que sea. Me moriré siendo creativo e iniciando proyectos. Soy un gran iniciador de historias, aunque a veces me cuesta continuarlas.


Dices que aunque aún no tienes claro hacia donde vas a ir, sí hay proyectos en cartera. ¿Qué te estás planteando?

La formación continuada va asociada a la profesión sanitaria. Hay muchos adelantos y cosas nuevas que quiero conocer y una de las cosas que me planteo es ir a París al hospital de la la Pitié-Salpêtrière, un referente en ECMO (Oxigenación a través de membrana extracorpórea). Me apetece ir allí a seguir formándome como un residente más. Resetear el cerebro y volver a empezar de cero es maravilloso.


Otra de las opciones es una escapada a EEUU...

Tengo un hijo que va a ir a Estados Unidos a jugar a fútbol. Le han fichado en una Universidad de Tennessee con una beca y acompañarle es otra de las opciones que me he planteado. Lo cierto es que no podría ejercer como médico en EEUU ya que hacen falta muchas homologaciones. Pero no me importaría pasar una temporada observando y aprendendiendo en algún buen hospital


Una de las cosas que sí noto, es que en estos 20 años, en los que ha habido, como no puede ser de otra manera, discusiones y desencuentros, me he ganado el respeto de la gente, hacia mi persona y hacia mi trabajo

20 años dan para mucho. Bueno y malo. Empecemos por lo primero. Cuéntanos alguna anécdota que se te haya quedado grabada.

En 2008 edité un disco tocando mis propios temas al piano. Lo quería presentar en la Clínica así que en una sesión que teníamos a primera hora de la mañana puse el disco sin decir nada, mientras entraba la gente. En ese momento llegó el Dr. Legarda, y dijo “pero quién ha puesto esta música de ascensor”. Aquella primera crítica me marcó para siempre -risas-. De hecho no he vuelto a sacar un segundo CD, ni hay restos del primero.


Poniéndonos más serios, ¿qué te llevas a nivel emocional?

Cada vez que hemos tenido un paciente complicado, complejo, que ha estado al borde de la muerte y lo hemos sacado adelante. Esto es lo que más te llena y me quedo con todos y cada uno de ellos. Y, por supuesto, me quedo con todas las personas que he conocido y con las que he trabajado en todos estos años, muchas de las cuales ya no están. En estos 20 años ha pasado mucha gente. Hay muchas personas que he perdido, compañeros médicos que han fallecido y eso es lo más duro que me llevo. Al mantenerte en el mismo entorno los sigues echando de menos y recordando. Te acuerdas de pacientes que llevabais en común o espacios donde pasaba ratos y eso siempre te sigue afectando. Y, por supuesto, está el fallecimiento en 2008 del gerente por aquel entonces, Ramón Arbillaga. Aquello nos marcó mucho y yo creo que todavía, de alguna forma, no lo hemos aceptado y no nos hemos recuperado.


¿Y qué legado sientes que dejas?

Sobre todo, respeto. Una de las cosas que sí noto, es que en estos 20 años, en los que ha habido, como no puede ser de otra manera, discusiones y desencuentros, me he ganado el respeto de la gente. No hacia mi persona, sino hacia el trabajo que he propuesto. Por supuesto, noto cariño hacia mi persona pero, sobre todo, un reconocimiento a las cosas que he hecho por la Clínica. Y ese es el mejor legado que puedo dejar. He dejado aquí una forma de ser y de hacer las cosas que le gente ha respetado. He tenido enemigos, como todo el mundo, pero los amigos han sido muchísimos más.

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