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“Trabajamos con personas, no con muebles, por eso tenemos tratarles con cariño y respeto"

Samba Seyé y Mauricio Dorronsoro, celadores



“La semana pasada, tuvimos una situación muy complicada con un paciente: sufrió una parada cardiorrespiratoria. Con todo el caos que esto conlleva, me gustaría agradecer (como enfermera de ese paciente,) el trabajo, la ayuda y la profesionalidad de los dos celadores que estuvieron 35 minutos realizando maniobras de reanimación y compresiones torácicas sin parar. Actuaron de manera tranquila y muy acertada, tanto Samba como Mauricio, y queria transmitir mi agradecimiento hacia un sector de trabajadores de la Asuncion que más de una vez se ha puesto en duda. Los dos fueron imprescindibles. Y gracias también a la médico y enfermera de UCI, el trabajo en equipo y su rapidez.”


Este es el mensaje que una enfermera dejó hace unas semanas en el programa de incidencias, agradeciendo a los celadores Samba Seyé y Mauricio Dorronosoro el trabajo de RCP que realizaron a un paciente que había entrado en parada. Con este motivo hemos hablado con ellos para que nos cuenten en primera persona cómo fue la experiencia y, de paso, poner el foco su día a día.


Contarnos cómo fue la situación...

Samba: Siempre que hay un paciente que se pone mal nos llaman a nosotros para que vayamos a moverlo. En este caso llamaron a Mauricio, que eran quien estaba en la 2ª planta. Yo me enteré de que había una parada y subí para ayudarle. Mi hora de salida eran las 21h y al final me quedé hasta las diez y pico. Lo normal es que lo hubiéramos llevado a la UCIM pero como el paciente ya estaba en parada, había que hacer algo.


En este momento, ¿quienes estabais en la habitación?

Mauricio: Nosotros, tres enfermeras de planta, otra de la UCIM y la médico de la UCIM. Había que hacer algo así que empezamos a hacer la reanimación. Al final es algo que requiere mucho esfuerzo físico. Nos turnábamos Samba y yo, cambiando cada vez que el personal asistencial le tomaba las constantes.


Samba: Ten en cuenta que estuvimos tres cuartos de hora haciendo el masaje cardiaco. El paciente estuvo casi media hora sin pulso, pero al final conseguimos que lo recuperara.


"Estuvimos tres cuartos de hora haciendo el masaje cardiaco. El paciente estuvo casi media hora sin pulso, pero al final conseguimos que lo recuperara"

A pesar de la tensión, ayudar a que esa persona recuperarse el pulso debió ser muy gratificante…

Mauricio: A pesar de la tensión y el cansancio, para mi fue muy bonito sentir que estábamos ayudando a una persona en un momento tan complicado.


Samba: Sí, cuando recuperó el pulso fue una alegría. Después le llevaron a Donostia y, tristemente, al día siguiente murió.


¿Resulta difícil mantener la calma en esos momentos?

Samba: No, siempre solemos mantener la calma. En aquel momento nuestro objetivo era salvar al paciente y para eso era importante estar tranquilos y hacer lo que tocaba hacer.


¿Dónde os habéis formado para hacer RCP?

Mauricio: En el curso de celadores que hicimos en la Inmakulada. A los que se organizan en la Clínica aún no hemos ido, pero la verdad es que creo que me apuntaré al próximo que se va a celebrar el 29 de mayo.


"A mi muchos pacientes después de salir de aquí me invitan a sus casas, me traen pasteles y hasta dinero en ocasiones"

Hace poco la hija de un paciente de la primera planta, un hombre con alzheimer dejó un mensaje en Facebook agradeciendo a todo el personal de la 1ª planta, incluyendo a los celadores, el trato que cada día recibía su padre, que llevaba más de un mes ingresado. ¿Cuando te implicas tanto con personas que sufren, cuesta desconectar al llegar a casa?

Mauricio: Yo lo llevo muy bien. Hasta canto con los pacientes. A una abuela hace poco le estuve cantando unos bertsos. Al día siguiente me pidió los bertsos en papel y le expliqué que no los tenía, que los había sacado del móvil y ella se quedó con mucha pena. Murió a los pocos días y la verdad es que se me quedó esa espinita de no haberle dado los bertsos. Otro paciente al que recuerdo especialmente es Martín. Era un hombre al que le había dado un ictus y no paraba de repetir “oye, oye, oye”. Yo, cuando iba a moverle siempre cantaba la canción de “Xalbadorren Heriotzean”. Y él se animaba y conseguía cantar la canción. Volvió a ingresar en la Clínica a los seis meses y en cuanto me vio, empezó a cantar (risas).


Samba: A mi muchos pacientes después de salir de aquí me invitan a sus casas, me traen pasteles y hasta dinero en ocasiones. Ahora mismo me acaban de subir un pintxo de tortilla con jamón y una cerveza y se lo he tenido que dar a Jesus porque yo no como cerdo(risas). Muchos pacientes cuando vuelven, lo primero que hacen nada más verte es llamarte por tu nombre. Yo me quedo alucinado. Los pacientes necesitan cariño y es lo único que les podemos dar. No sabes si mañana lo vas a volver a ver o no, por eso hay que dárselo siempre. Al menos yo lo veo así. Para nosotros lo más importante es que el paciente esté contento y para ello hay que tratarlos con humanidad. Trabajamos con personas, no con muebles, por eso tenemos que hacer nuestro trabajo con respeto y cariño. A veces tienes que trasladar a una persona que no se encuentra bien, que tiene dolores, que está vomitando… Y eso lleva tiempo. No se trata simplemente de trasladarlos de un sitio a otro y eso lo agradecen. Hay abuelos que dicen que si no viene Samba, ellos no se levantan. Otros piden que vaya Mauricio para que les cante (risas).

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